VIAJE DE IDA
Empezando como corresponde, por el principio: el viaje de ida...
Partimos desde Ezeiza, mi tía abuela y yo, 86 y 26 años, ¿vamos a pasar las fiestas a Lanzarote? ¡Dale!
Recuerdo que cuando era chica le tenía cierta aprensión a los aeropuertos, además de mi claustrofobia y mi miedo a las alturas (acrofobia, no vértigo ya que el vértigo es una enfermedad de los oídos).
Los aeropuertos, los aviones, tan grandes, tanta gente, tanto trámite. Pero me pidieron este "favor" y me sacrifiqué por la causa. Una oportunidad de cruzar el Atlántico, una chance de ir tan lejos y tan cerca de un sueño.
Ezeiza ya me era familiar, hacía menos 5 meses me había tratado cual princesa y esta vez no se quedó atrás.
Debo admitir que el viaje es largo, 12 hs se hacen largas, pero una vez arriba no se baja hasta llegar al destino y Barajas sabe como deslumbrar.
Nos avisaron que en Madrid hacía frio, no recuerdo si eran 6º o 6º bajo cero. Creo que el frío, que no es tal porque estás encerrado en un aeropuerto bien calefaccionado, pasó de largo en el viaje en tren/subte adentro del aeropuerto. Impresiona. Todo tan bien señalizado, todo preparado, todo todo todo.
Viví mi primer amanecer europeo, con sus rojos y azules tan intensos, me cautivó.
Teníamos 7 hs que pasar hasta tomar el avión a Lanzarote, pero Marcela venía en camino desde Chicago. Las 3 nos íbamos a reunir en Barajas y lo hicimos.
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