¡A la pipetuá! Esta salida fue muy importante para mí porque me ayudó a sobrellevar unos cuantos miedos.
A ver, les cuento... Esta particular cueva de lava se formó cuando explotó el volcán de La Corona. Bastante impresionante, ya la idea de ir bajo tierra por un lugr cerrado y oscuro jugaba en contra de mi claustrofobia. Encima, como para mejorarla, Marce y Juano me contaban que adentro de la cueva hay un lugar por el que te hacen pasar que es super alto, que hay un vacío, que sé yo cuántas cosas más. Pero junté valor (hay que pensar que estas cosas se pueden hacer, con suerte, una vez en la vida) y allí fui.
Juano se quedó con Vera, que ya conocía la cueva (la recorrió toda hace unos años) en el auto y Marce fue conmigo. Empezamos mal, nos dijeron que había un grupo que estaba empezando, bajamos pero no os encontramos enseguida. Quise bajar un poco por la cueva para encontrarlos pero era una escalera descendiente muy estrecha y empinada. ¡Ouch! Le pedí a la tía de esperar al siguiente contingente.
Se juntaron los turistas, apareció el guía y comenzó el recorrido. Decidimos acercarnos lo más posible al guía por mi claustrofobia. Necesitaba saber que tenía a alguien cerca que supiera por donde escapar rápidamente si mi locura aumentaba. El guía era de lo más simpático, sabía un montón. Eso sí, su inglés era de "cassette viejo", no se le entendía nada y creo que éramos las únicas hispanoparlantes.
De vuelta a la escalerita, por partes había que ir agachados y casi siempre de a una persona a la vez. La cueva está intervenida con iluminación artificial y música, así que el recorrido se hizo más placentero. Las luces parecen naturales, están estratégicamente ubicadas. Si sentía que estaba muy encerraba me imaginaba que a pocos metros estaba el cielo hermoso de la isla esperandome. Peeeeeeeero el simpático del guía se ocupaba de reiterar que las luces estaban así a propósito y que en realidad estábamos a 20, 40 o 60 metros bajo el nivel del mar: ¿¡WTF!? ¡¡¡No me digas esooo!!! ¡Yo quiero saber que es fácil huir despavorida! jjajjajajjaja Tomaba aire, respiraba hondo y seguía...
Me fui calmando y pude disfrutar de toda la visita. Adentro de la cuava hay un auditorio con sillas, precioso. Es una experiencia súper recomendable. Hasta el famoso precipicio del que me hablaron los tíos.
Realmente valió la pena, cada miedo, porque al salir me sentía la más grande del mundo, toda una campeona de fobias.
¡Vayan, no se lo pueden perder!